La mojarra sudada no sabe
igual si se come con papa cocida. Eso lo sabe muy bien la señora Miriam
Fonseca: “Eso no pega”, dice, pero, de todas formas, se retira de la mesa con
el pedido extraño del cliente. Ella tiene más de 60 años de estar atendiendo turistas
en el mismo restaurante de tablas de Puerto Colombia. Lo que pasa es que ese
día no había yuca y el cliente no podía comer fritos. Ella no tuvo otra
alternativa: le trajo el pescado guisado con sus trozos de papas al vapor. Sin
embargo, eso era lo que menos le preocupaba. El gran problema es la merma
considerable de visitantes que llegan al sitio. Casi nadie quiere ir a ver
morir el agonizante muelle de Puerto Colombia.