Por John Acosta
Los indígenas miraban los cuadros con incredulidad. No lo podían creer: era imposible que en esos pequeños espacios de un metro cuadrado, cupiese con tanta precisión y belleza su mundo de aridez y sol. Pero, era cierto. Ahí estaba plasmado sobre el papel: la ranchería, la arena, el sol, los chivos, el molino de viento y hasta podía sentirse sobre el rostro el azote constante de la brisa reseca.
Colgados sobre las paredes de la Casa de la Cultura Glicerio Pana, de Uribia, estaban expuestas las pinturas de David Hernández Martínez, un ingeniero químico que una vez salió de su Fonseca natal a estudiar Arquitectura en Barranquilla.
Corría el año 1979 y David estaba cansado de renovar a su grupo de amigos cada seis meses porque siempre ellos salían del pueblo a buscar un mejor futuro en las aulas de una universidad. En Barranquilla vivió en la casa de Mirna Barros, una prima que llevaba mercancía de Maicao. Mientras ella viajaba, David Hernández le cuidaba los hijos. Por esa misma época, un hermano del futuro pintor también estudiaba Arquitectura.
Los indígenas miraban los cuadros con incredulidad. No lo podían creer: era imposible que en esos pequeños espacios de un metro cuadrado, cupiese con tanta precisión y belleza su mundo de aridez y sol. Pero, era cierto. Ahí estaba plasmado sobre el papel: la ranchería, la arena, el sol, los chivos, el molino de viento y hasta podía sentirse sobre el rostro el azote constante de la brisa reseca.
Colgados sobre las paredes de la Casa de la Cultura Glicerio Pana, de Uribia, estaban expuestas las pinturas de David Hernández Martínez, un ingeniero químico que una vez salió de su Fonseca natal a estudiar Arquitectura en Barranquilla.
Corría el año 1979 y David estaba cansado de renovar a su grupo de amigos cada seis meses porque siempre ellos salían del pueblo a buscar un mejor futuro en las aulas de una universidad. En Barranquilla vivió en la casa de Mirna Barros, una prima que llevaba mercancía de Maicao. Mientras ella viajaba, David Hernández le cuidaba los hijos. Por esa misma época, un hermano del futuro pintor también estudiaba Arquitectura.