Por
John Acosta
A
las cuatro de la tarde de ese histórico 2 de octubre, me acosté a ver los
resultados. Recuerdo que oraba apasionadamente para que la derrota del No fuera
lo menos apabullante posible, pues las encuestas y el ambiente vaticinaban un
cataclismo para los impulsores de esta opción en el plebiscito sobre los
acuerdos firmados por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el jefe
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), Rodrigo Londoño,
alias Timochenko. Cuando salió el primer boletín, respiré tranquilo: Dios
escuchaba mis ruegos: el Sí ganaba por una ventaja mínima. Hasta que, a partir
del sexto boletín, empezó a ocurrir lo inesperado. El resultado final fue sorpresivo.
¿Qué pudo haber pasado para que se diera ese final imprevisto?