20 jun 2017

Bancoomeva: 20 días de negligencia me mantienen sin carro (II)

El carro, en el parqueadero en donde lo guardó el juzgado
Por John Acosta

Ha culminado otro largo fin de semana (con festivo incluido) sin el vehículo familiar con el que solemos pasear con mi señora y mis hijas. Ya es el tercer fin de semana con esta angustiante y penosa situación. La razón es que Bancoomeva no llevó a tiempo al juzgado el memorial de terminación del proceso por cancelación total de la deuda que yo tenía con esa entidad bancaria y que, por motivos que ya expliqué en un escrito anterior, no había podido pagar. La pagué en su totalidad, gracias a los malabares que este banco inhumano me obligó hacer para ello, pero la oficina jurídica de Bancoomeva, tan diligente para mortificarme la vida y para tratar de condenarme en los estrados judiciales, fue negligente para notificarle al juez mi pago total. Y la orden de secuestro de mi vehículo, cuya existencia yo desconocía por completo, deambulaba por las calles de la ciudad de la mano de los policías para ejecutarla, como, efectivamente, ocurrió. De esa bochornosa situación, que también describí en ese escrito al que me referí arriba y publicado también en este blog, han transcurrido ya más de 20 días. El documento notificativo apenas fue entregado por Bancoomeva al juez la mañana siguiente en que me quitaron el carro. Y lo peor: cuando ya creía que, finalmente, me devolverían el automóvil, el juzgado encontró otra falla de Bancoomeva: su abogado no tenía las facultades para la terminación del proceso. (Aquí puede leer primer artículo sobre el caso Bancoomeva)


Es cierto que lo más inhumano que existe en la tierra es el sistema financiero mundial. De hecho, el único puesto seguro en el infierno es el de los directivos de las corporaciones bancarias. Todos sabemos de eso de sobra; no obstante, acudimos a ellos para obtener pronto lo que nuestras ansias desmedidas de personas naturales podrían lograr con el tiempo, si se ahorrara para ello. Motivados por la seguridad económica que poseemos en el momento, le entregamos nuestro futuro incierto a los despiadados banqueros, quienes no se detienen ante ningún remilgo de vergüenza cuando el cliente entra en desgracia. Antes por el contrario: terminan pisoteándolo más hasta hundirlo por completo en el fango de la miseria, quitándole cualquier bien material que pueda solventar el préstamo, mil veces pagados por sus víctimas con altísimos intereses. Y, como si todo eso fuera poco, como aves de rapiña, lo sacuden hasta más no poder para arrebatarle también lo único que no debe perder jamás el ser humano: su dignidad.

Lo que se ha gastado en taxis en estos 20 días me tiene con una iliquidez
impresionante
Eso es, precisamente, lo que me mantiene en pie de lucha frente a Bancoomeva, una entidad creada con parte de mis aportes por más de 12 años a su accionista principal. Tocó esperar a que el representante legal del banco llevara ante el juzgado las facultades plenas a su abogada. Y solo hasta entonces, volvió el juez a reiniciar el proceso de devolución de mi vehículo. Mientras tanto, la ignominia contra mí se campea por los círculos donde me muevo: en el conjunto residencial donde vivo, en la empresa donde trabajo, los amigos y familiares que visito; todos preguntan lo mismo: “¿todavía no te han entregado el carro?”. Ante el evidente daño moral causado por la situación bochornosa, corrí a escribir hace 20 días el artículo mencionado arriba para aclarar la afrenta a mi honor. Y, ante la dilación para resarcir pronto el perjuicio, me veo obligado a redactar este otro. Y seguiré haciendo lo mismo hasta lograr que Bancoomeva me pague por el deterioro material y moral causado a mi persona y a mi reputación.

Mi imagen usual en estos 20 días
El Consejo de Estado, en Sala de lo Contenciosos Administrativo, específicamente la Sección Tercera, ha desarrollado el precedente jurisprudencial que permite identificar cómo se ha entendido y cuantificado el daño moral. El daño moral, así mismo como sucedió en la Corte Suprema se ha manifestado como la aflicción, dolor, angustia y en general, “padecimientos varios, o como ha solido decirse…son estados del espíritu de algún modo contingentes y variables en cada caso y que cada cual experimenta a su modo”, de acuerdo a la sentencia del Consejo de Estado. “No puede perderse de vista el principio de equidad, también previsto en la norma transcrita para ser tenido en cuenta en la labor de valoración del daño. Su importancia resulta mayor cuando se trata de la indemnización de un perjuicio que, por la naturaleza de éste, no puede ser restitutoria ni reparadora, sino simplemente compensatoria”, dice uno de los apartes de esa sentencia. “Considerando que el salario mínimo mensual en Colombia se fija atendiendo fundamentalmente la variación del índice de precios al consumidor, se considera que el valor del perjuicio moral, en los casos en que éste cobre su mayor intensidad, puede fijarse en la suma equivalente a cien (100) salarios mínimos legales mensuales”, dice la sentencia del Consejo de Estado.

No es la primera vez que me ha tocado enfrentar a emporios nacionales e, incluso, mundiales para que me respeten mis derechos. Y lo he hecho con el único don con que mi Dios me dotó, el de la escritura. Afortunadamente, en todos los casos, y después de pronunciarme públicamente, esas empresas han sido consecuente y me han respondido. Vamos a ver si Bancoomeva va a ser inferior a las demás en este sentido.


Hasta la ida a la playa con la familia debe pasar por la odisea del
transporte público
El primer caso fue con Serfinansa, debido a una dificultad que tuve con la tarjeta de crédito olímpica. (Aquí puede leer caso con la tarjeta olímpica). Debo confesar que me sorprendió gratamente su respuesta inmediata e inesperada. Tanto fue así, que me sentí motivado a escribirles para agradecerles esa deferencia. (Aquí puede leer solución al caso Olímpica) Otro caso fue con el operador mundial de celular Tigo, por un teléfono de alta gama que me robaron y estaba asegurado.  (Aquí puede leer caso de Tigo). Luego de mi artículo, Tigo me respondió mejor de lo que yo esperaba. (Aquí, la solución al caso Tigo). Con Liberty Seguros tuve un problema a raíz del accidente de un carro asegurado con esta empresa. (Aquí, la descripción del caso Liberty Seguros). Esta multinacional me solucionó a satisfacción la situación generada. (Aquí, la solución con Liberty Seguros). Así espero también escribir el artículo dando cuenta de lo generoso que fue Bancoomeva con mi caso.

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